Originalmente publicado en inglés por Howard Fairbrother
Publicado el 15 de enero del 2016
Traducido por Gellyz N. González Díaz y Juan A. Cintrón Cruz, Editado por Mariah Dooley
Según la Asociación Nacional de Protección contra Incendios de EE. UU., cerca del 20 por ciento de las muertes a causa de incendios en el hogar entre 2006 y 2010 ocurrieron por incendios donde el primer elemento en incendiarse fueron los muebles tapizados.1 Para tratar de evitar esto, muchos materiales de tapizado incorporan un retardante de llama: una mezcla de productos químicos que se añaden a materiales tales como plásticos y textiles para inhibir, suprimir o retrasar la destrucción del material cuando este es expuesto al fuego.2 Los retardantes de llamas, conocidos también como materiales ignífugos, se encuentran en muchos materiales cotidianos, desde textiles en cojines de asientos de aviones y uniformes militares hasta espumas de uretano en colchones infantiles y plastificantes en materiales de construcción y automotriz.

Un sofá que aparenta no tener tapicería ignífuga. (Imagen de la figura 8)
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